A veces, simplemente me gustaría no sentir nada. Ser un témpano de hielo, una placa de acero, una losa de piedra, una viga de madera... Sentir es el castigo supremo y la quintaesencia del placer a la vez...
Toda persona tiene marcado un límite de tolerancia en su vida. Es completamente subjetivo y varía a lo largo del tiempo según como te curta la vida.
Yo estoy bailando en el umbral de mi límite. Una peonza a la que se le termina el impulso. No es buen consuelo estar estudiando química y comenzar a desvariar de nuevo de mi vida... Todas las cosas que no hice cuando podía, las que podía haber hecho y las que tendría que hacer. Cada vez que giro mi mente a mis recuerdos más anhelados me siento un estúpido. Cómo no pude haberme dado cuenta... Por qué no hice eso... No tuve que haber dejado aquello de lado... Una vez que estás fuera del momento puedes llegar a ver todo tan claro...
Madurar me ha hecho ver todos los fallos y martirizarme por ellos. Seguro que podía haber cambiado completamente el cauce de mi vida a mejor en su momento, pero la inexperiencia y la falsa esperanza de que todo podía salir bien son la causa de haberme quedado casi al margen de todo ello.
Estúpido...
Pero ya no se puede hacer nada. Ahora solo me queda seguir bailando en el borde del abismo. Puede que sea más critico ahora, pero la luz del túnel que parece que no llega nunca me empuja a precipitarme al fondo. Una espiral en la que es fácil caer pero apenas posible subir. Se puede ver atractiva en un principio y sus brazos ofrecen calor y consuelo, pero sé que es mentira.
Una cuerda racional me ata ante el precipicio y tira de mi concienzudamente, pero el peso emocional amenaza con lanzarme de cabeza al fondo. La cuerda es fuerte pero con el tiempo el nudo se afloja mientras que el peso es inmutable y nunca cede. Ahora solo me salva una cuerda de la que tiran la gente que aprecio, pero acabará sin ser suficiente.
Quiero un empujón, un sitio donde aferrarme, nuevas cuerdas que tiren de mí. Quiero una risa, una caricia, una palmada en la espalda, un anhelo, una carrera, un suspiro, un guiño, un aprobado, una mirada, una bola de nieve en mi cara, un acierto, un roce, una emoción, un beso, un soplo de aire fresco, un abrazo, una preocupación vana, un dolor inocente, un peso que acarrear con sentido, librarme de mi velo, una mano que alce la mía, un rayo de sol...
Emociones que se arremolinan en un torbellino y que amenazan con irse por el desagüe. Emociones de un adolescente cualquiera...