sábado, 10 de diciembre de 2011

Sobrecarga

Estoy al límite...
Cada día me encuentro más mareado y confuso entre mis emociones y hoy se desata un pico de actividad física que me desorienta aún más.
Ya no puedo distinguir ni mis propios sentimientos. Un juego de ruleta desequilibra mi desequilibrado balance emocional. A mí me tenía que tocar esa pregunta... "Cuantas veces has dejado pasar..." Perfecto para la fatalidad. Derrumbamiento interno instantáneo. Maquinaria a toda potencia para exteriorizar una falsa máscara alegre. Recurrir a ella me es ya casi tan fácil como respirar, pero las correas con las que se sujeta son difíciles de desatar. Menos mal que la bola estaba ahí para ayudarme...
Después toca de nuevo el desequilibrio. Ya me cuesta bastante controlar esos malditos impulsos de hacerme ilusiones por cosas que se que no me van a llevar a ninguna parte (solo en ese momento espero). Un impulso que hasta lo podemos calificar simplemente de biológico pero que se hace hueco en mis anhelos. ¿Cómo diferenciarlo de lo que realmente quiero? No lo se. Pensamientos enlazados en una red densa y pesada en la que soy presa, donde una araña de impulsos amenaza con inyectarme un veneno de irracionalidad que me disuelva a la vez que a la red, librándome de ella pero dejándome hecho un trapo.
El borde del precipicio cada vez está más cerca y mis apoyos cada vez son más débiles. Miles de pasos en falso que puedo dar, otros tantos empujones que me amenazan con precipitarme al vacío y el peso de los recuerdos que llevo a la espalda son cada vez más tediosos de soportar.
Sin no veo una luz pronto creo que solo voy a poder ver la oscuridad...

martes, 6 de diciembre de 2011

Torbellino

A veces, simplemente me gustaría no sentir nada. Ser un témpano de hielo, una placa de acero, una losa de piedra, una viga de madera... Sentir es el castigo supremo y la quintaesencia del placer a la vez...
Toda persona tiene marcado un límite de tolerancia en su vida. Es completamente subjetivo y varía a lo largo del tiempo según como te curta la vida.
Yo estoy bailando en el umbral de mi límite. Una peonza a la que se le termina el impulso. No es buen consuelo estar estudiando química y comenzar a desvariar de nuevo de mi vida... Todas las cosas que no hice cuando podía, las que podía haber hecho y las que tendría que hacer. Cada vez que giro mi mente a mis recuerdos más anhelados me siento un estúpido. Cómo no pude haberme dado cuenta... Por qué no hice eso... No tuve que haber dejado aquello de lado... Una vez que estás fuera del momento puedes llegar a ver todo tan claro...
Madurar me ha hecho ver todos los fallos y martirizarme por ellos. Seguro que podía haber cambiado completamente el cauce de mi vida a mejor en su momento, pero la inexperiencia y la falsa esperanza de que todo podía salir bien son la causa de haberme quedado casi al margen de todo ello.
Estúpido...
Pero ya no se puede hacer nada. Ahora solo me queda seguir bailando en el borde del abismo. Puede que sea más critico ahora, pero la luz del túnel que parece que no llega nunca me empuja a precipitarme al fondo. Una espiral en la que es fácil caer pero apenas posible subir. Se puede ver atractiva en un principio y sus brazos ofrecen calor y consuelo, pero sé que es mentira.
Una cuerda racional me ata ante el precipicio y tira de mi concienzudamente, pero el peso emocional amenaza con lanzarme de cabeza al fondo. La cuerda es fuerte pero con el tiempo el nudo se afloja mientras que el peso es inmutable y nunca cede. Ahora solo me salva una cuerda de la que tiran la gente que aprecio, pero acabará sin ser suficiente.
Quiero un empujón, un sitio donde aferrarme, nuevas cuerdas que tiren de mí. Quiero una risa, una caricia, una palmada en la espalda, un anhelo, una carrera, un suspiro, un guiño, un aprobado, una mirada, una bola de nieve en mi cara, un acierto, un roce, una emoción, un beso, un soplo de aire fresco, un abrazo, una preocupación vana, un dolor inocente, un peso que acarrear con sentido, librarme de mi velo, una mano que alce la mía, un rayo de sol...
Emociones que se arremolinan en un torbellino y que amenazan con irse por el desagüe. Emociones de un adolescente cualquiera...

jueves, 1 de diciembre de 2011

Cortes, heridas, vendas y cicatrices

Los cortes causan heridas, las heridas sangran, se atienden, se cosen y se vendan. La venda se lleva puesta durante un tiempo, cambiándola y aligerándola cada vez. Cuando la venda no es necesaria y se muestra una cicatriz. La cicatriz se se ve y se recuerda el corte. Con el paso del tiempo se curte y se arruga hasta camuflarse. Siempre estará ahí y nunca se olvida, y por lo tanto nunca se cura. Sólo con el paso del tiempo se puede decidir si perdonar a quien ha hecho el corte, dejando atrás toda la historia de la cicatriz. No tengo nada más que decir.

La tortilla y la bola

La tortilla y la bola son dos elementos que siempre han estado ahí, a mi lado, pero apenas lo e agradecido. Pero no porque no me haya dado cuenta de ello, si no porque yo creo que cuando existe un verdadero lazo de amistad no hace falta demostrar nada.
En un principio la tortilla siempre ha estado para lo bueno y para lo malo. He compartido mis temores con ella y ella ha compartido los suyos conmigo. Ha sido una de las pocas que han creído en mi desde el principio y sigue creyendo desde el principio. Siempre ha estado a mi lado cuando la necesité y como apenas la he dicho cuanto tengo que agradecerla quiero decírselo ahora... Gracias por haber estado y estar ahí.
Con la bola las preocupaciones parecen alejarse de ti durante un tiempo. Vives el momento y no necesitas preocuparte demasiado. La bola consigue que te adaptes a ella y te hace olvidar los malos momentos. Si la bola no está en algún momento no te tienes que preocupar de ello, porque sabes como es. Por eso la bola ha estado siempre ahí... A ti también, gracias.